
Doctorado en Ingeniería Óptica, Joan Pérez encabeza la nueva vocalía del COOOC, ‘Control de la miopía’. Acompañado por Maite Serrano -también Secretaria de la junta del COOOC-, la vocalía tiene un doble objetivo: ofrecer formación a los profesionales e información a la población.
Actualmente se habla mucho de la miopía. ¿Qué mecanismos estamos aplicando para controlarla?
Además de la importante indicación de llevar la miopía perfectamente corregida en todo momento, es decir, no hipocorregir, los tratamientos que estamos usando hoy en día son la ortoqueratología, las lentes de contacto blandas y cristales oftálmicos con diseños específicos para el control de la miopía y, juntamente con los oftalmólogos, el colirio de atropina.
¿Hasta qué punto las lentes de desenfoque periférico, sea de contacto u oftálmicas, pueden ayudar a detener la miopía?
Si nos basamos en los informes de cada una de estas técnicas, podríamos afirmar que estadísticamente pueden frenar, aunque no detener, la progresión de la miopía en aproximadamente un 50-60% de los casos. Es muy importante destacar que los tratamientos frenan, pero no paran, y que estos porcentajes son puramente estadísticos. Por lo tanto, no se puede garantizar una eficacia determinada en un caso en concreto.
¿Qué otras políticas se podrían aplicar?
Hay muchos indicios de que ciertos hábitos visuales pueden aumentar la posibilidad de que un niño desarrolle una miopía y que progrese, como pasar muchas más horas dedicadas a tareas de cerca que a actividades al aire libre. Por lo tanto, encontrar el equilibrio entre estas distancias de trabajo a lo largo de todo el día sería una buena recomendación para intentar evitar la aparición de la miopía en los niños o, cuando menos, retrasarla lo máximo posible. No hace falta decir que un control periódico es imprescindible.
¿Cuál es el principal problema con el que nos encontramos actualmente?
Personalmente, creo que la falta de información. En primer lugar, falta de información a las familias: deben saber que pueden hacer más cosas que poner gafas a los niños (que, por otra parte, es lo primero que se debe hacer), como esos tratamientos que acabamos de comentar. Pero también hay falta de información en el sector. Todos los ópticos optometristas (y también los oftalmopediatras) deberíamos estar correctamente informados para hablar de estos tratamientos a los pacientes (de cada uno de ellos) y, quien lo desee, formarse para implementarlos. Y ahora diré algo que no puedo obviar como docente e investigador: tenemos que ser muy críticos y rigurosos con la información que nos venden. Al final, los responsables de qué decimos, qué hacemos y qué recomendamos a nuestros pacientes somos nosotros. Nadie más. Para finalizar esta pregunta, un problema relativo es que para hacer un control exhaustivo de miopía es necesario hacer una biometría periódicamente y, aunque cada vez hay más biómetros en los centros ópticos, todavía no se ha extendido su uso. Lo que yo recomiendo a estos compañeros que querrían poner en práctica esta medida y que no disponen de un biómetro es buscar algún centro de referencia donde lo puedan hacer, como son los centros universitarios de la visión en las sedes de Terrassa y Diagonal-BCN.
¿Qué relación hay entre la privación de la luz solar y la aparición o aumento de la miopía?
Las últimas revisiones bibliográficas sobre este tema indican que la falta de estimulación a la luz solar puede hacer que la miopía aparezca. También confirman que, una vez ya ha debutado, estar más o menos horas al aire libre ya no serviría de nada. Personalmente, creo que, pese a lo que acabo de comentar, es muy saludable que los niños pasen, como mínimo, dos horas al día haciendo actividades en el exterior (si es posible que esta actividad no sea mirar el móvil).
Los pacientes, cuando les explicas todos los tratamientos disponibles para el control de la miopía, ¿cómo reaccionan? ¿Los conocían?
Pues aquí la casuística debe ser muy variable en función del centro donde cada uno desarrolle su tarea profesional. Por ejemplo, a mí me llegan muchos pacientes muy informados que ya vienen directamente pidiendo un tratamiento de ortoqueratología.
Pero cuando he trabajado en óptica, o cuando informas a un paciente por primera vez sobre las diferentes intervenciones, no solo hay que hablar de los tratamientos, sino de lo que es la miopía. También hay que explicar por qué no solo hay que compensarla sino también tratarla, en qué se basan las diferentes intervenciones, los pros y contras de cada opción… O sea, que debe dedicarse bastante tiempo a informar, informar y volver a informar. Pero en general y, contestando a la pregunta, he de decir que no, que habitualmente no los conocen.
¿Cuál es el proceso de adaptación de un paciente al que se realice orto-k?
La ortoqueratología no deja de ser una adaptación de lentes de contacto con un protocolo propio. Para explicar este proceso con detalle necesitaría algunas horas, pero en general el procedimiento sería explicar el tratamiento al paciente; hacer una valoración clínica de la viabilidad del caso (refracción, topografía, salud ocular); hacer el cálculo, el diseño, la prueba y la entrega de las lentes de orto-k, y finalmente realizar controles sucesivos para comprobar que la refracción va disminuyendo, que la visión sin corrección va mejorando y que se mantiene la integridad corneal.
¿Cómo se escoge el tratamiento más adecuado para cada caso?
En control de miopía, el mejor tratamiento para un caso es aquel que se utilizará. No sirve de nada adaptar la mejor lente de ortoqueratología si el niño no duerme con ella. No sirve de nada la mejor lente de contacto de desenfoque periférico si el niño se la pone solo cuatro horas al día. No sirve de nada la mejor lente oftálmica de control de miopía si el niño no la lleva. No sirve de nada el colirio de atropina si, un día sí y el otro también, los padres se olvidan de ponérselo a la criatura.
Por lo tanto, se debe valorar cada caso en función de las condiciones particulares. A veces el nivel de miopía nos hace decantar por recomendar el orto-k o bien una lente de contacto; si vemos que el niño será incapaz de tocarse los ojos, iremos a lente oftálmica o atropina. Si los padres no quieren usar fármacos, entonces, sí o sí, plantearemos sistemas ópticos. Cada caso es un mundo.
En este sentido, en cuanto a la disyuntiva entre atropina y tratamientos ópticos, siempre digo que un niño puede tener la buena o mala suerte de ir primero a un optometrista (el cual seguramente le recomendará un tratamiento óptico) o a un oftalmólogo (el cual seguramente le recomendará un tratamiento farmacológico). Y con esto no digo que uno sea mejor que el otro, solo es una reflexión de lo que pasa habitualmente.
A pesar de sus beneficios, ¿por qué no está más extendido su uso?
Esta pregunta la contestaría con otra: ¿cómo es que todos los miopes saben que pueden o podrán operarse de su miopía? De nuevo, falta de información. Y aquí el colectivo de ópticos optometristas debemos entonar el mea culpa (individualmente y como gremio). Si nosotros no informamos a nuestros pacientes, no lo hará nadie. Y esta información debe ser objetiva, no alarmista y basada en la profesionalidad.
Los responsables de qué decimos, qué hacemos y qué recomendamos a nuestros pacientes somos nosotros
¿Hacia dónde avanza la investigación del control de la miopía?
Hacia la personalización. Hemos dicho que hay varias opciones de tratamiento, cada una con sus virtudes, pero también sus inconvenientes. Pero lo que no sabemos actualmente es qué tratamiento sería específicamente mejor para un niño en concreto. Quizás en un futuro más o menos inmediato podremos, a partir de diferentes variables, inferir cuál es el tratamiento ideal para cada caso.
¿Y la orto-k?
En el ámbito de la orto-k se sigue haciendo mucha investigación otra vez hacia la personalización de los diseños para el control de la miopía.
Hasta hace poco, usábamos los mismos diseños para control de miopía que para adultos, que solo necesitan compensar su defecto refractivo. Ahora ya tenemos evidencia científica para saber que, ajustando algunos parámetros de las lentes, podemos optimizar su eficacia frenando el avance de la miopía.
¿Qué recomiendas a aquellos compañeros que se quieran introducir en este campo?
Pues si los pacientes necesitan información, información e información, los profesionales necesitamos formación, formación y formación, que tiene que venir de diferentes fuentes para tener una perspectiva amplia: de la ciencia, de la industria, de compañeros con experiencia… Solo de esta manera podremos atender a los pacientes como se merecen.
Encabezas la nueva vocalía del COOOC. ¿Cuáles son los objetivos y retos?
La respuesta a esta pregunta sería el resumen de todas las anteriores. Me gustaría que, en todos los centros de Cataluña donde haya un optometrista —ópticas, clínicas oftalmológicas, centros de asistencia primaria, hospitales…—, si atendemos a un niño que tiene miopía seamos capaces de explicarle de qué va esto del control de la miopía. Y que seamos honestos y profesionales, por el bien de las criaturas. Por otro lado, también me gustaría que cuando hablamos de control de la miopía a nuestros pacientes, ya hubieran oído hablar del tema por los medios de comunicación, las escuelas, los pediatras o porque han hablado con otros padres y familias… En definitiva, que eso del control de la miopía, o gestión de la miopía, como a mí me gusta decir, se generalice, y que no tengamos que sufrir para que un niño o una familia tengan la buena o mala suerte de entrar en un centro en el cual sí que hacen, o no, control de miopía.
Este artículo se publicó en febrero de 2024 en la revista Optometristes.cat número 32.
0 responses on "Joan Pérez Corral: "En control de miopía, el mejor tratamiento para un caso es aquel que se utilizará”"