Quien más, quien menos, a todo el mundo le gusta la práctica deportiva, sea cuando la practicamos nosotros, sea observando a los que se superan a ellos mismos y a los demás y consiguen ganar.
Cuando era pequeña me apuntaron a tenis. Me hubiera gustado poder ver correctamente la trayectoria de la pelota, poderme colocar bien y devolverla precisamente allí donde el rival me la pudiera devolver, o no; pero la verdad es que casi no podía devolver ninguna, aunque el profesor utilizara pelotas de entrenamiento y me las tirara directamente a la raqueta.
Más adelante, y gracias a la optometría, aprendí que mis ojos apuntaban ligeramente por delante del objeto que miro; por lo tanto, mi gesto deportivo casi siempre era antes de tiempo. Cuanto más pequeña era la pelota y más rápida iba, peor me salía.
Para localizar bien un objeto, los dos ojos deben coordinarse bien. También lo podemos hacer bien con un solo ojo, pero cuesta más. Si se suprime de manera intermitente y diferente según la distancia a la que miramos y, además, sumamos una lateralidad cruzada, el enredo es máximo.
Una vez oí que definían la visión como la capacidad de poder esquivar una pelota de tenis, verla y que los dos ojos se coordinen de manera extraordinaria para entender rápidamente la distancia a la que se encuentra en todo momento. Me pareció la definición perfecta.
Las habilidades visuales importantes para la práctica deportiva son: agudeza visual, sensibilidad al contraste, agudeza visual dinámica, flexibilidad acomodativa, fijación, seguimientos, sacádicos, visión estereoscópica, velocidad de reconocimiento, coordinación ojo-mano, coordinación ojo-pie, visión periférica y habilidades de anticipación
Recuerdo el día en que, después de muchos años, pude calcular la distancia de una pelota en movimiento. La sorpresa fue máxima y la satisfacción brutal. Cuando pensamos en visión y deporte rápidamente pensamos en el papel que realiza la visión. Para nosotros, claro, es lo que marca la diferencia. La visión triunfa sobre los otros sentidos. Muchos deportistas de élite ya lo saben, y está demostrado que muchos de ellos, de manera innata, tienen unas habilidades visuales extras.
Las habilidades visuales importantes para la práctica deportiva son: agudeza visual, sensibilidad al contraste, agudeza visual dinámica, flexibilidad acomodativa, fijación, seguimientos, sacádicos, visión estereoscópica, velocidad de reconocimiento, coordinación ojo-mano, coordinación ojo-pie, visión periférica y habilidades de anticipación.
De todas ellas, ¿cuántas medimos en una revisión normal? ¿Una, dos? Si en un deporte casi siempre nos estamos moviendo y el estímulo también se mueve, ¿no sería más real adaptar el examen visual a estas circunstancias? Y en nuestro día a día, ¿no nos movemos nosotros y los estímulos? ¿Cómo podemos medir esta visión más dinámica?
Ya hace tiempo que comencé las revisiones con test de 3D, primero porque sorprendo al cliente, ya que todo el mundo se espera que salgan las letras negras sobre pantalla blanca y empiecen a hacerse pequeñas. Sorprenderlos hace que tengan mejor predisposición. Después les explico que esta habilidad, la del 3D, es la más importante que realizan los dos ojos. Tenemos dos ojos para entender dónde están las cosas, poder cogerlas, poder esquivarlas o lanzarlas allí donde queramos.
Empezamos la medida, que si es buena llegará a 40”, y ya podemos llegar a la conclusión de que la agudeza visual es buena y que no hay ninguna fória o estrabismo. Por lo tanto, en seguida ya se descartan muchos problemas. Después continuo con la prueba de Randot; no es lo mismo el estéreo del test de la mosca (Titmus) que la de puntos aleatorios. Este estéreo más central es el estéreo de la fóvea, la de la vía parvocelular, mientras que la otra es más periférica y en algunos casos, aunque haya un problema de visión binocular, pueden responder bien algunos grados. Sin embargo, aquí hay que aclarar si están viendo el círculo desplazado o si realmente lo ven más adelante.
Continuamos con el estéreo de lejos, el test polarizado del proyector y el vectograma de la cuerda. Mirándolo sabemos si el paciente tiene respuesta SILO y si hay buenas reservas tanto en convergencia como en divergencia. Después también les hago alternar entre el test de lejos y el vectograma desplazado, unos centímetros primero en convergencia y al finalizar en divergencia. Acto seguido, les pregunto si cuando vuelven a mirar el vectograma que está más cerca la cuerda se les hace doble, y así quedan evaluados los saltos de vergencia. Para acabar con el vectograma, lo dejo desplazado unos centímetros, primero en convergencia y después en divergencia, y lo muevo haciendo la H delante del cliente. De esta manera, observo los movimientos de seguimientos y la fijación en todas las posiciones de mirada, con la instrucción de que, si se le desdobla o pierde la percepción de 3D, es necesario que me avise.
De esta manera y en pocos minutos, puedo saber cuál es su calidad de visión 3D. Es esta una de las habilidades más utilizadas de nuestra visión, en nuestro día a día y, por supuesto, en el deporte.
Este artículo se publicó en febrero de 2024 en la revista Optometristes.cat número 32.
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